PLAZOLETA DE LOS ZOCALOS


Corría el año 1919 cuando se le ocurrió a un guatapense, Jesús María Parra Jiménez, moldear en su casa el primer, zócalo. Así cuenta el historiador Álvaro Idárraga, un enamorado de su pueblo y de su tradición: “En el zaguán de su casa plasmó el primer zócalo de los corderos, el mismo copiado del monumento de “Corpus Cristo” levantado por la señorita Isidora de Jesús Urrea Osorio con unos corderos mirando al pasado. El señor Parra recortó la silueta y la pegó en el pie de muro, trabajo que hizo durante los inicios del verano de 1919, cuando el cemento llegaba con todo su apogeo”. Con la llegada del cemento a estos pueblos poco antes de iniciar la segunda década del siglo XX, se produce el comienzo de una transformación arquitectónica paulatina. De la construcción de la tapia y el bareque se pasa a las construcciones de adobe y cemento; de esta manera empiezan los acabados en zócalo. Don Jesús María siempre pensó en expandir su obra por todo el municipio y así los zócalos no solo quedaron plasmados en su zaguán sino que muy pronto se esparcieron a casas vecinas hasta llegar a la propia plaza y a la fachada e interiores del templo en año de 1922. Como muchas localidades de Antioquia, por esa época Guatapé era gris, con escaso colorido y con calles un poco tristes y deterioradas por la acción del agua, el descuido de sus dueños y las travesuras de los muchachos. Los zócalos llegaron para imprimirle color, vida y alegría a este municipio. Los zócalos y el turismo de Guatapé Guatapé en los últimos 40 años ha venido reordenado su arquitectura. El pueblo como tal ha sufrido cambios radicales, uno de los cuales se hizo evidente con la construcción del embalse Peñol-Guatapé.
La construcción del complejo hidroeléctrico cambio todo el panorama arquitectónico y paisajístico de esta localidad: se reorganizan sus calles y se construyen nuevas urbanizaciones. Con todos estos cambios empieza a ser más evidente la belleza de los zócalos, especialmente cuando con la construcción de la segunda etapa del embalse se inunda medio pueblo para dar paso a las obras. Al comienzo, la construcción sumió a los guatapenses en un sinsabor porque medio pueblo se hundía y un gran número de personas se desplazaba hacia otros lugares del departamento y del país en busca de nuevos rumbos. Finalizando la década del setenta e iniciando la década del ochenta, algunos líderes, apoyados por la Iglesia, comienzan una campaña a través de la emisora local con el eslogan “Guatapé aún no ha muerto”. 


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